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Antonio Pippo Cultura

Paloma en el patio

LA AVENTURA DEL TANGO. Por Antonio Pippo Pedragosa

El vals se estrenó en fecha incierta de 1929 y fue grabado por tres o cuatro agrupaciones. Sin embargo, aunque se tocaba con frecuencia, no tenía el éxito que sus autores aguardaban, seguros de su creación.

 

-Estaba sentado en el patio de su casa, con el bandoneón a un costado. De pronto, una paloma blanca revoloteó, se posó brevemente muy cerca y, en unos segundos, volvió a alzar vuelo.
-Mirá vos, las cosas de la vida… Le voy a decir a Paco de hacer un vals y lo llamaré Palomita blanca.
Lo contó Nélida Luisa, la hija del músico Anselmo Aieta, recordando el simple y emotivo origen de uno de los valses populares más hermosos que se haya escrito. Paco era el apodo del poeta Francisco García Jiménez, dramaturgo, historiador, periodista y amigo y letrista de muchas de las creaciones del gran bandoneonista “orejero”. Es que Aieta, a quien se llamó “El brujo del bandoneón” por los sonidos y matices que extraía del instrumento, siempre tocó de oído; su único maestro fue Genaro Espósito, prócer de la Guardia Vieja al que admiraba, y se resistió tenazmente a perfeccionarse en cualquier academia. No obstante, en plena madurez, llegó a dirigir tres orquestas a la vez, que actuaban en distintas confiterías por las que él pasaba un rato cada noche.

-Dicen que Anselmo no sabe música… -se rebeló cierta vez contra la crítica García Jiménez. –Yo les digo que conoce toda la música del mundo, toda la que cabe en su alma iluminada y su sensibilidad exquisita. Las objeciones suenan como si a Carriego le preguntaran por las reglas de la retórica.
Esta dupla, que se entendía como pocas, dejó para la historia temas como El huérfano, La mentirosa, La violetera, Siga el corso, Tus besos fueron míos, Carnaval, Bajo Belgrano, Alma en pena, Prisionero y muchas más, la mayoría de las cuales fueron cantadas por Gardel, Corsini, Charlo, Magaldi y otros grandes.
Según coinciden Oscar del Priore e Irene Amuchástegui, Palomita blanca es “uno de los valses de más vertiginosa estructura musical, de un estilo al que podría llamarse circular, novedoso para las décadas de 1920 y 1930, en el que se combinan la vivacidad del ritmo –sobre el que cabalgan con gran velocidad los versos- y el lirismo melódico y poético”.

El vals se estrenó en fecha incierta de 1929 y fue grabado por tres o cuatro agrupaciones. Sin embargo, aunque se tocaba con frecuencia, no tenía el éxito que sus autores aguardaban, seguros de su creación.
Claro, hasta que lo cantó Gardel.

-Yo andaba por la sala de grabaciones de la radio Splendid –contó García Jiménez- cuando me crucé sorpresivamente con Carlitos, que había vuelto de una gira. Corría marzo de 1930. Me preguntó qué había de nuevo y yo no dudé: con mi mal oído y mi peor entonación le canturreé el vals. Él se sorprendió, le gustó mucho y enseguida, con un guitarrista al que pidió ayuda, creo que era Barbieri, lo hizo. ¡Qué belleza, así nomás, de un tirón!

Grabó Palomita Blanca a los tres días y después sí, fue como un petardo que estalla. Ahí tomamos conciencia que aquel tema sería inmortal. Por eso Anselmo dijo: -No hay caso. Las canciones nacen cuando las canta Gardel; recién entonces se sabe si es linda la criatura.
La difusión que alcanzó Palomita blanca fue impresionante: baste recordar que hasta tuvieron que hacerse registros autorales en ciudades de África y Asia, además de Europa y Estados Unidos. También fue impresionante –y lo sigue siendo hoy- la cantidad de discos grabados: Corsini con guitarras, Canaro con la voz de Charlo, Troilo con las voces de Alberto Marino y Floreal Ruiz, Horacio Molina con su guitarra y el propio Marino a dúo con su hija Claudia, las orquestas de Juan de Dios Filiberto, Héctor Varela, Donato Racciatti y Ciriaco Ortiz, el dúo BaffaBerlingheri, Horacio Salgán con Ubaldo de Lío, Cacho Tirao, el Quinteto Real y el dúo de cuerdas uruguayas Osvaldo Montes-Ciro Pérez. Hay que resaltar que Troilo también lo grabó con Roberto Grela y lo recreó en la película Vida nocturna, con una curiosidad: aparece junto a Pichuco el guitarrista folclórico Edmundo Zaldívar haciendo un playback, pues la guitarra que se oye es la de Grela, algo que nunca se explicó.

¡Qué historia la de Palomita blanca!
A fines de la década de 1930 el Trío Gedeón, estrella de la comicidad radial de la época, grabó una versión con letra humorística:
-Sigan adelante bueyes de mi tropa,/ no rompan la ropa que es para vestir./
Palomita Blanca voy a Bahía Blanca/ a ponerme blanca como un carbuñín./ ¡Palomita blanca/ vuela noche y día y en la lechería/ no pasa el
tranvía, por eso el ruido/ de un mosquito viudo no me hace dormir!
Tuvo poca repercusión.
No la merecía la paloma del patio.