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El País Ramón Mérica

«Que Ramón siga – que sigamos – recorriendo Veredas por mucho tiempo»

VEREDAS CAMINADAS POR RAMÓN MÉRICA EN DIARIO URUGUAY.

La historia en prensa comienza en marzo de 1996, cuando El País inaugura su sección Veredas con Ramón Mérica caminando por todos los rincones, calles y esquinas de la ciudad, en otro punto de toque sobre Montevideo y sus milagros. Anteriormente, Mérica había desarrollado un ciclo titulado: La ciudad reencontrada en el espacio de En Vivo y en Directo por Radio Sarandí, por el cual pasaron personalidades y memoriosos de la capital a través de sus historiadores y/o protagonistas.

Tanto en Sarandí radio como en El País, Mérica ha tratado de desentrañar las bellezas y contradicciones de la ciudad, sus bellezas ocultas, su abandono o sus misterios, para lo cual recurrió a una vasta bibliografía y al apoyo de palabras mayores como César Loustau, Vicente Cicalese, Aníbal Barrios Pintos, Washington Reyes Abadie o Ricardo Goldaracena, entre muchos otros que han demostrado su amor por Montevideo.

 

ENCANTAMIENTO.

Y precisamente de amor se trató en esas páginas, del amor del hombre común o del memorioso notable por su ciudad, lo cual llevó a la construcción de un vasto caleidoscopio de información donde conviven el urbanismo, las artes plásticas, la jardinería, la literatura, la arquitectura y sus ramas afines, como el diseño y la decoración. Además, entrevistas a personalidades de diferentes disciplinas que han patentado en su obra su preocupación por el hábitat.

En esta edición ´96, el índice marca: Encantos y desencantos de lo que es y lo que fue, una entrevista al desaparecido arquitecto José Luis Livni, instaurador del Día del Patrimonio en el Uruguay.

Historias montevideanas: la Plaza Artola por Maneco Flores Mora.
Vida, pasión y olvido del que tiró la primera píedra, semblanza de Tomás Toribio, el primer arquitecto del Uruguay.

La calidad bien entendida… con respecto a la casa-museo de Toribio. Cuando construir era una gloria, sobre el arquitecto Aubriot y la construcción del Palacio Lapido.
Caminen, caminantes, camina, caminadora, en charla ambulante con María Emilia Pérez Santarcieri, la Dama del Megáfono.
Del teatro a la memoria, Montevideo cabe en un puño; una dolida reflexión del poeta y dramaturgo Milton Schinca.
Un universo vegetal con sus milagros y sus melancolías: el amor vegetal en el Jardín Botánico.
Leyenda del trovador que se enamoraba de las estatuas: gozosa confesión de Eduardo Darnauchans y su amor por las señoras de mármol.
Un preciosista destinado a traer toda la gracia de Italia, sobre Carlos Zucchi, el autor del teatro Solís y de la Plaza Independencia.
Un amor anglosajón que llega a las costas del Río de la Plata, con historia de Maroñas y una entrevista al Dr. Aureliano Rodríguez Larreta.
La casa que don Joaquín y doña Manolita eligieron para amar: la vivienda de los Torres García.
La Fe y la Belleza conjuradas: la hermosa Iglesia de Tapes.
Tres crónicas sobre don Francisco Piria y su increíble vida.
Fiera venganza la del tiempo: la casa quinta abandonada de don Pepe Batlle.
La invención y la armonía para recordar al gran Andreoni.
Preservar lo que nos atañe: una entrevista a Jorge de Arteaga, Presidente de la Comisión del Patrimonio.
Maestro de los maestros, a propósito de Monsieur Carré.
La Rosaleda del Pardo y su autor, Charles Racine.
Un Montevideo verde y con tranvías a propósito del libro Novecientos de Josefina Lerena Acevedo de Blixen.
Como remate, el volumen contiene bajo el rótulo de Baldosas una serie de pequeñas notas sobre lugares y hacedores como Carlos Ott y una semblanza de Hugo Alfaro sobre la calle Mercedes.

 

LARRETA DIXIT: UNA REFERENCIA INSOSLAYABLE

Del prólogo de Antonio Larreta, un consumado caminante y analista de Montevideo: Hace años ese periodista inquieto y viajero, ese reportero que supo convertirse en interlocutor predilecto de poetas y artistas, inventó Veredas y sin perder un ápice de su gracia ni de su pasión, las condujo con un rigor intelectual y artístico que las convierte, aun en una apretada antología como ésta, en una referencia cultural insoslayable, a la par de toda la labor institucional que estos últimos quince años nos ha dado a todos los montevideanos el orgullo y la alegría – y la responsabilidad – de un patrimonio que fue largamente ignorado y a menudo envilecido o atacado.
Que Ramón siga – que sigamos – recorriendo Veredas por mucho tiempo.

 

(En El País el domingo 26 de diciembre de 1999)